lunes, 8 de junio de 2009

RACCIATTI, MÚSICO POPULAR URUGUAYO

Escribe Walter Ernesto Celina
No es habitual que en los centros deliberativos departamentales, ni en los nacionales, los representantes de la ciudadanía asuman temas relativos a la música popular.
La excepción, tal vez, se de en la Junta Departamental de Montevideo. En este órgano el edil Dari Mendiondo periódicamente toma la cuestión, exaltando los valores que caracterizan al tango, una creación de auténtico cuño rioplatense.
En la sesión del 28 de mayo último rindió, simultáneamente, dos homenajes y saludó a figuras entrañables.
Recordó el noveno aniversario del alejamiento de Donato Racciatti y el día de los obreros de la industria frigorífica. A este respecto, destacó la presencia en las barras de Roberto Bianco, canillita de la Villa del Cerro, poeta y cronista, quien vivió en el cuadro de históricas luchas proletarias.
Evocando la contribución de Racciatti a la difusión del tango, señaló que el maestro había nacido en Guilmi, provincia itálica de Chieti, en Los Abruzos. Llegó al país a los cinco meses, con su padre Mauro, su madre Rita y hermanos.
Tras citar a familiares y amigos, algunos vinculados a la Junta Departamental, memorizó la imagen de un gran cantor que acompañara, primero, al maragato Francisco Canaro y, finalmente, a Donato Racciatti: Carlitos Roldán.
Por los años de la década del 50 este artista asistía al café La Cumparsita, ubicado en Tristán Narvaja y Paysandú, que era atendido por Don Lorenzo. Los trabajadores de Radio Mayo -entre los que se encontraba Mendiondo- hacían su descanso intermedio allí. Y Carlos Roldán, con su canto y anécdotas, en cada jornada, enseñaba con cordialidad algo de su arte y sus vivencias.
Citando un relato de Roberto Bianco, el legislador municipal revela que el director orquestal uruguayo, siendo niño y regresando de la Escuela Pública Bélgica, se detiene en la puerta de un bar para escuchar, desde una radio, una voz impactante: la de Mercedes Simone, La Dama del Tango!
En estas referencias apretadas no puede dejar de mencionarse algo que influyó grandemente en la vida de Donato Racciatti. Se trata del momento en que su padre le obsequia un bandoneón Doble A. El joven avanzará en sus estudios de solfeo, armonía, instrumentación y, a la par, en el oficio de herrero, en la Universidad del Trabajo.
Integra orquestas uruguayas y argentinas y forma su propia agrupación. Sobrevendrán éxitos. Giras por Uruguay, Argentina, Brasil y viajes al Japón. Se escalonan en este tiempo voces perdurables, como las de Nina Miranda, Olga del Grossi y la del mercedario Félix Romero.
Manifiesta Dari Mendiondo, al concluir su disertación:
“...El bandoneón es un órgano chiquito. El órgano es el instrumento, por excelencia, con el cual las grandes iglesias en Europa convocaban a los feligreses, a los fieles, quienes a través de la música encontrarían el camino celestial, lo místico, lo espiritual, lo que permitía a la gente contemplarse a sí misma, buscando paz y felicidad. En Alemania tenían el problema que sus procesiones hacia vírgenes, santos, idolatrados, no tenían música que las acompañara. Hubo que inventar un instrumento portátil que cumpliese las mismas funciones del órgano. Tal, el origen del bandoneón.
Difícil es sacarle sonidos y melodías.
Eso lo logró, desde niño, don Donato Racciatti.”