viernes, 3 de abril de 2009

DESPUÉS DE CARRIEGO

UN PERIODISTA EN EL PALERMO ACTUAL
Escribe Walter Ernesto Celina

LO QUE LOS CAMBIOS NO BORRAN


Cuando la bruma costera envolvió la voz de Evaristo Carriego, alejando sus pasos de su Palermo Viejo, Jorge Luis Borges recuerda, en la Fundación mítica de Buenos Aires, lo que seguirá en la memoria:


Prendieron unos ranchos trémulos en la costa,
durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo,
pero son embelecos fraguados en La Boca.
Fue una manzana entera pero en mitad del campo,
expuesta a las auroras y lluvias y sudestadas.
La manzana pareja que persiste en mi barrio:
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga.


MIRADA DE UN EUROPEO


Juan Cruz Ruiz, periodista y escritor, vinculado a El País de Madrid, está inmerso en la corriente denominada del nuevo periodismo, que plantea exigencias de veracidad y comprobación en los informes al lector, combinadas con el manejo de pulcritud en el lenguaje utilizado y la utilización de la nueva tecnología.
Se maravilla de la capacidad de los argentinos “que siempre se juntan y se encuentran”. Ve al Palermo de hoy como un sitio especial, en el que se asocian escritores, artistas e intelectuales, al amparo de cafés y talleres creativos.
Rememora su encuentro con Edgardo Cozarinsky (escritor, cineasta, dramaturgo, director y actor teatral, nacido en Argentina en 1939) y Juan Martini (novelista rosarino, exiliado en España, nacido en 1944), recordándolo así: “...Estaban allí, por Palermo, como si se hubiera parado el tiempo, es decir, como si estuvieran en Buenos Aires en un atardecer de principios de otoño, cuando la ciudad ofrece una quietud que uno puede rememorar tan solo yendo a una biblioteca o a una librería a buscar, por ejemplo, este libro de Julio Cortázar, “Los Premios”, en el que el escritor de “La continuidad de los parques” inauguró su larga y fructífera obsesión viajera.” Y anota: "Los Premios” es, para muchos lectores, que no son ni de Buenos Aires, ni de Argentina, ni de Palermo, la novela de Buenos Aires, que tiene ese comienzo magistral, “la marquesa salió a las 5, pensó Carlos López”. Añade después: “Y luego es una excursión, la que le lleva del Lado de Allá al Lado de Acá; a las obsesiones del Cortázar que terminaría escribiendo “Los autonautas de la cosmopista”, y traslada en un barco toda la fantasía de la que fue capaz, ese gran porteño que volvió en diciembre de 1983 a despedirse de la ciudad que le puso a escribir.”


Cruz habla casi como escribe, tocando la metáfora. Y, como tantos uruguayos, alaba los espacios con libros, los nuevos cafés y la tersa arquitectura actual del barrio rioplatense. Lo demás, no lo pudo soñar Carriego. Clases acomodadas desalojaron a los descendientes de inmigrantes. Desaparecieron “las chatas entrando al corralón”...


REFLEXIONES DESDE LA EXPERIENCIA


También opina.
Sobre el periodismo tradicional recuerda que “lo divertía”, sin perjuicio de considerarlo “un desastre”. Más, existen los “desastres de ahora”...
Recomienda: “Debemos ser más autocríticos”, preguntarnos “por qué la gente no nos lee tanto”.
Sobre cómo trabajaba antes, dice: “...En una época sólo tomaba notas; luego recogía lo que recordaba. Hasta que tuve un problema...”
Se acuerda del marco de su mejor entrevista. Fue con el escritor portugués Saramago: “Estábamos solos, con el ordenador (computadora) en el medio. Como contestaba, transcribía. Y así fue publicado.”
A la pregunta de si está conectado todo el tiempo, se confiesa: “¡Qué tema! Sí... y lo lamento". Después establece: “Tocamos ahora las cosas de modo diferente. No creo que sea lo mejor.”
Sostiene que la dictadura franquista dejó en la educación “una marca terrible”.
Interrogado sobre si España se debe todavía una revisión más profunda, contesta sin ambages: “Creo que sí. El movimiento de la derecha para decir que ya está todo contado, es una falacia.”
Hay un Palermo que se yergue en el tiempo, el que proclama su fidelidad a la cultura.


(Fuentes: Propia y reportaje de Fernando García. “El País Cultural”/1008)


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