domingo, 11 de abril de 2010

GOBELEANDO 2010

URUGUAYOS EN EL ITINERARIO BS.AS.-PARÍS
NOTA 4
Escribe Walter Ernesto Celina

waltercelina1@hotmail.com – 18.03.2010
Ramón Collazo
Ciertos aspectos de la cultura rioplatense muestran la intensa mancomunidad que las ha signado, por encima de divisiones político-institucionales.
Como no podía ser de otra manera, ello se manifiesta en expresiones de firme acento popular.
Si de música se trata, no puede soslayarse el aporte uruguayo al enraizamiento del tango.
A poco que se aprecie el texto de ¡Araca, París!, escrito en 1930 e inmortalizado por la voz de Carlos Gardel, nadie sospecharía que su intensa ambientación porteña tiene origen en fuente uruguaya, tanto en letra como en música.

El maestro José Gobello lo incluye en el libro de letras y antecedentes que vengo comentando, con citas de interés.
Sobre sus autores, sintetiza: Letra de Carlos César Lenzi, comediógrafo y diplomático uruguayo; música de Ramón (El loro) Collazo. Carlos Gardel lo grabó el 4 de noviembre de 1930.
Efectivamente, ambos fueron importantes referentes del espectáculo.
Lenzi, en 1925, había creado con el destacado músico compatriota Edgardo Donato, A media luz, composición que recorrió el mundo, cuyos sugerentes versos permanecen en la memoria colectiva (¡Qué suave terciopelo, la media luz de amor!).
Sus prolíficos antecedentes lo vinculan al cenáculo Tabaré, con Fernán Silva Valdés, Yamandú Rodríguez y Julio B. Mendilaharsu. La revista y el teatro lo contaron entre los suyos, con otro montevideano, Ángel Curotto. Luis Cluzeau Mortet musicalizó su composición lírica La copa de los montes. El ascético Miguel de Unamuno ponderó sus Poemas. Traducido al francés, recogió la crítica elogiosa de Jean Cassou. Amigo de Gardel, aparece con él en una foto tomada en Niza.
Ramón Collazo fue una figura central del carnaval uruguayo a partir de 1920, en el que se proyectó con la famosa Trouppe Ateniense, de la que surgiera la Oxford. El tango Adiós mi barrio, de su autoría (Viejo barrio que te vas, te doy mi último adiós…), fue grabado con esta agrupación, recordada por su contrapunto con Un real al 69, inspirada por Salvador Granata, cuyos tenores dejaran memorables recuerdos.
Collazo tenía una excelente formación musical, adquirida en el Instituto Verdi. Formó su orquesta en Buenos Aires, grabando para Odeón. Uno de los primeros filmes nacionales, Soltero soy feliz, lo tuvo como autor musical y actor.
En su homenaje, el Teatro de Verano del Parque Rodó, en Montevideo, ágora de las carnestolendas, lleva su nombre. Había inspirado, también, a conjuntos no olvidados como Parodistas de chocolate y Momento musical.
Recuerda Gobello la popularidad que el tango había adquirido en París hacia 1912. Trae a colación una nota de L’Ilustrattion, de agosto de 1913.
Extraigo estas líneas de la cita gobeleana: “Al mismo tiempo que se ha instalado como dueño de todos los salones de la buena danza, ha conquistado nuestra lengua, que le abrió de inmediato los tesoros de su gramática: “¿Voulez vous tanger?” (¿Quiere/s tanguear?; los rioplatenses decíamos: ¿Baila?, ¿Bailamos? Y, ahora, al tutear ¿Bailás? WEC), se interrogaba del modo más natural del mundo en los bailes de invierno y de la primavera…”

Otra gragea, más acá en el tiempo, Gobello la ubica a mediados de 1922, en un comentario que en La Razón efectúa Enrique Gómez Carrillo, a propósito de los calificativos manejados por La Revue Mondiale ante la entrada triunfal de nuestra música en la Ciudad Luz: “…baile de salvajes y de negros, sin gracia, inmoral, corruptor, peligroso.”

En ¡Araca, París!, tan nuestro por uruguayo y por porteño, el gigoló, retorna a su lugar de origen, tras su aventura picaresca, trocando su ilusión por un ¡Salute, París!

¡ARACA, PARÍS!
Piantá de Puente Alsina para Montmartre/ que todos me batían pa’ m’engrupir./ Tenés la pinta criolla p’acomodarte/ con la franchuta vieja que va al dancing./ ¿Qué hacés en Buenos Aires?
¡No seas otario!/ Amurá esas milongas del Tabarís./ Con tres cortes de tango sos millonario…/ ¿Morocho y argentino? ¡Rey de París!
¡Araca, París!/ ¡Salute, París!
Rajá de Montmartre,/ piantate, infeliz./ Si vas a París/ no vas a morfar./ No hay minas otarias/ y hay que laburar./ Volvete p’al barrio y tendrás milongas,/ milongas diqueras/ que saben amar.
¡Araca, París!/ ¡Salute, París!/
Rajá de Montmartre;/ ¡piantate, infeliz!
Agarré tren de lujo, loco ‘e contento,/ -Bon soir, petit. Je t’aime, tu es mon cocó-/ con una gorda tuerta con mucho vento/ que no me dio ni medio y me amuró./ Tiré la bronca y guapo, pa’ darme corte,/ un tortazo en la ñata se le incrustó./ Comisaría, jueces y un pasaporte…/ Y terminó mi historia de gigoló.

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