sábado, 10 de julio de 2010

NOVEDADES TANGUERAS



Escribe Walter Ernesto Celina
waltercelina1@hotmail.com – 28.06.2010

CAMINOS DEL LUNFARDO

El número correspondiente al mes de junio de Ciberlunfa, mensuario de la Academia Porteña del Lunfardo, da cuenta de la aparición de una nueva obra del eminente estudioso José Gobello, relativa a esta forma dialectal tan porteña, como extendida por los ámbitos del Plata.
Se trata del título “Poesía Lunfarda. Del Burdel al Parnaso”, una antología presentada por Ediciones Corregidor, de Buenos Aires.

Resultan particularmente interesantes pasajes de los comentarios críticos de dos expertos analistas, quienes indican los méritos de la obra del lunfardólogo.
Roberto Selles anota la claridad con que Gobello incursiona en el campo de una letrística tan singular, cuando se pregunta “¿Cómo llamar a esta poesía que anda por los arrabales de esta ciudad, que se asoma al centro y hace cola para ingresar en los ámbitos de la gran cultura?”
Agrega el comentarista: “Entre los muchos méritos de la compilación, cabe destacar la profesionalidad de Gobello, que no ha sabido obviar a autores –vivos o muertos– con quienes discrepa o hasta con los que ha cortado relaciones…”

“La segunda mitad del libro comprende a poetas contemporáneos, con lo cual da don José una incontestable muestra que el lunfardo –como él mismo suele decir– “está vivito y coleando”.
No sólo eso. Se prueba también que este tipo de poesía ha evolucionado (el largo camino desde el burdel al Parnaso), y lo ha hecho gracias a que, un día, el gran Julián Centeya –dueño de un mayor bagaje cultural que quienes lo precedieron– hizo que esa poesía fuera de avanzada, o de vanguardia, si se prefiere. Y tras él pudo surgir una pléyade de evolucionistas –no tan extensa como uno quisiera– que también se atrevió a llevar al lunfa los conocimientos abrevados en la fuente de la poesía internacional y de las nuevas escuelas…”
Por su parte, Otilia Da Veiga, comenta: “Obra metódica que invita sabiamente a transitar el itinerario recorrido por los versos lunfardos, desde aquella primera y anónima cuarteta rescatada por Benigno Baldomero Lugones: “Estando en el bolín polizando / se presentó el mayorengo: / A portarlo en cana vengo, / su mina lo ha delatado”.
“Tal como los de Arana, Cepeda o Luis Blasco, aquellos versos se escribían con la tinta sangre de los entornos marginales, en esa aldea que debía ser la Buenos Aires de fines de 1800. Lenguaje del suburbio junto al deslinde del campo, giros gauchescos entreverados con las lenguas de la inmigración, caldo de cultivo del cocoliche que dio nacimiento al sainete de Vacarezza o al entremés de José González Castillo.
Panorama de situaciones diferentes desarrollado en perfecta cronología; exposiciones tal vez, antes que denuncia, del malestar, de la carencia, del abandono y de las tristezas del desarraigo que supieron hacer lugar aun al humor y al grotesco, según lo van contando Ivo Pelay, Cadícamo, Carlos de la Púa, Iván Diez, Dante A. Linyera y, más adelante en el tiempo, Joaquín Gómez Bas y Julián Centeya”.
Y acopla más nombres: Roberto Selles, Luis Alposta, Roberto Santoro, Ricardo Ostuni, Héctor Negro, Orlando Mario Punzi.
Subraya, después: “¡Y qué decir de las mujeres! Que, al reconocerlo como un vocabulario válido para expresar con hondura cualquier sentimiento, se atreven en el tiempo a emplearlo con la solvencia literaria que demuestran los versos de Nyda Cuniberti, Martina Iñíguez, Eva Falótico Gandolfi, Isabel Puncel de Dumery, Judith Gómez Bas o Elsa Baroni de Barreneche.”
Como puede advertirse, esto tiene que ver con el patrimonio histórico que se cultiva y se bebe con el tango, para plasmarse como una manifestación cultural muy nuestra.-
**

No hay comentarios:

Publicar un comentario