martes, 3 de agosto de 2010

IMPACTO DEL HABLA NEGRA SOBRE EL ESPAÑOL

Escribe Walter Ernesto Celina

Un concurso promovido por la Academia Nacional de Letras sobre Contacto del español con lenguas africanas en el Río de la Plata ha dado mérito a la publicación del premio obtenido por la investigadora Magdalena Coll.
Montevideana, nacida en 1968, es licenciada en lingüística de la Universidad Pública (UDELAR). Cuenta, asimismo, con un doctorado en lengua hispánica de la Universidad del Sur de California, Berkeley.
Uno de los efectos de la dominación española fue la imposición sobre la matriz preexistente de sus formas oral y escrita de comunicación. El choque producido por el conquistador afectó severamente e inhibió la cultura indígena.
Desde una posición prevalerte no pudo, sin embargo, evitar el impacto que sobre el castellano ejercieran el idioma lusitano y las distintas modalidades del habla negra, importadas bajo el régimen de la esclavitud.
Los efectos de las interacciones resultantes llevaron a la Academia Nacional de Letras a promover indagaciones en un capítulo casi desconocido, referido a las incrustaciones del habla de las naciones negras sobre el español rioplatense.

Al abordar su estudio, la autora hace justicia al instituto respectivo de la Facultad de Humanidades y Ciencias (UDELAR), cuyos estudiosos abrieron -hace unos 10 años- un capítulo virgen, sólo abonado por piezas exhumadas por historiadores.
Casi a modo de presentación del objeto propuesto a estudio, en su primera página, Magdalena Coll toma una cita de Daniel Gastón Schávelzon (1958, arquitecto, arqueólogo y antropólogo argentino) quien ha dicho: “Por qué nada ha quedado de esa población negra y de su cultura material, evaporadas como por un sortilegio misterioso e inexplicable? Y lo que casi nadie se pregunta es por qué nuestro lenguaje -hoy, en el siglo XXI- está plagado de términos africanos”, brindando una larga lista al respecto.

Tomo, casi textualmente, algunas de sus referencias: La mujer es una mina (grupo étnico africano); la música popular urbana es el tango (de tangó, que es bailar, en el Congo); los zapatos aún para algunos son los tamangos; nuestro servicio doméstico es la mucama (grupo étnico africano); comemos puré de zapallo (ya Mansilla decía que era comida de esclavos); el estómago de la vaca es el mondongo (grupo étnico africano Kumbundu); comemos sandía (traída del África para los esclavos del siglo XVII y achuras (se les daba a los perros y las aprovechaban los esclavos); a los niños se les canta el arrorró en la cuna; el quilombo es un vocablo que en toda América señala los asentamientos de cimarrones (afros huidos al monte) y, de allí, su asociación con ruido y pérdida de ataduras sociales.
El jurado selector del trabajo destaca que la obra de Coll es un cuidadoso relevo e interpretación de fuentes y bibliografía y un análisis de formas lingüísticas. Anota que el camino iniciado precisa de más esfuerzos de búsqueda, sistematización e interpretación.
Se recuerda en el prólogo por un integrante del tribunal que las hablas de nuestros indígenas dejaron de tener presencia en las primeras décadas del siglo XIX en grupos sociales. Sólo subsistían hablantes aislados “obligados además a no usar su lengua para conseguir mejor comunicación con el poblador criollo”, lo que motivó su dilución rápida, hasta desaparecer.
Al capítulo de Introducción la investigadora agrega uno de ubicación de La esclavitud en la sociedad oriental, con datos demográficos, etnolingüísticos y legales. Le sigue otro muy importante sobre Las lenguas de los africanos y sus descendientes en el Río de la Plata. Le continúan Las fuentes; Antología de textos; Análisis lingüístico de los textos seleccionados, así como anexos de importancia.

El título “El habla de los esclavos africanos y sus descendientes en Montevideo en los siglos XVIII y XIX: representación y realidad” supone un plausible esfuerzo de la Academia Nacional de Letras, acompañada por el sello Banda Oriental.
La tapa reproduce el óleo Las negras, de Alfredo de Simone. La cuidada composición gráfica de Tradinco suma 160 páginas.-
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