lunes, 5 de noviembre de 2007

PIAZZOLLA ESCRIBE SOBRE GARDEL

Selección por Walter Ernesto Celina

INTRODUCCIÓN
Examinando unos archivos gardelianos que me aportara el distinguido historiador Aníbal Barrios Pintos, he tenido oportunidad de releer una página publicada en el diario “El Día” de Montevideo, del 24 de junio de 1984.
El periodista Nelson Domínguez, “Guruyense”, evoca la personalidad de Gardel con motivo del aniversario de su muerte. Allí se destaca una bella caricatura de “El Mago”, perteneciente a Hogue, y la carta a Gardel, escrita en 1978, en Buenos Aires, por el célebre músico argentino Astor Piazzolla.
Se trata de dos figuras máximas de la música rioplatense. Indiscutido Gardel; celebrado Piazzolla por doquier, en mérito a la riqueza de su música única. En su origen y en un instante resonante de su evolución, ambos son artífices -con generaciones de notables músicos e intérpretes- de la prestancia universal del tango.

Astor Pantaleón Piazzolla había nacido en la ciudad portuaria del Mar del Plata, el 11 de marzo de 1921. Fallece 4 de julio de 1992, a raíz de una trombosis cerebral que lo afectara desde agosto de 1990.
Vive en Nueva York desde 1924 a 1937. Su padre, inmigrante italiano, ejercía el oficio de peluquero en Manhatan.
Inicia estudios de bandoneón con un instrumento que le regalara su progenitor. Acude a clases de piano impartidas por Serguei Rachmaninov.

Con Carlos Gardel, en Nueva York, aparece como el canillita, en el filme “El día que me quieras”.
En 1937, de retorno en Argentina, desenvuelve su carrera de bandoneonista. Se incorpora a la orquesta de Aníbal Troilo. En 1940 estudia con Alberto Ginastera. En 1946 forma su propia agrupación, donde actuará Francisco Florentino.
Levanta su bandoneón como un instrumento de corte clásico. Empieza a ser distinguido. En 1950, en Estados Unidos, es galardonada su “Sinfonía porteña”. Accede en Francia, en 1952, al 1er. Premio de Composición, lo que le vale una beca de perfeccionamiento con la célebre Nadia Boulanger. En 1953 la “Sinfonía de Buenos Aires” alcanza el premio Fabián Sevitsky. En el 54 la Asociación de Críticos Musicales de Buenos Aires distingue su composición “Sinfonietta”.
Conforma el “Octeto Buenos Aires” y la “Orquesta de cuerdas”.
En 1963 recibe el “Premio Hirsch”. Paul Klecki dirigirá sus “Tres movimientos sinfónicos”.
De 1965 es su trabajo con Jorge Luis Borges. Musicaliza varios poemas, los que serán cantados por Edmundo Rivero.
Con el uruguayo Horacio Arturo Ferrer compartirán la autoría de “María de Buenos Aires”. Sobrevendrá, en 1969 el éxito mundial de “Balada para un loco”.
Diversas creaciones jalonan el período en que compone “Tangazo”, “Tango seis”, “Milonga en re”.
Desde 1971, con su “Conjunto nueve”, abre un período de exitosas giras. El reconocimiento mundial se hará imparable.
En 1989 la publicación jacística “Dwon Beat” coloca a Astor Piazzolla como uno de los instrumentistas mayores del orbe.
En 1993, en "Los Ángeles”, es nominado por los Grammy Awards 1992 por “Oblivion”, en la categoría mejor composición instrumental.
Para entonces, el maestro era una sorprendente estrella en el cosmos del tango y del arte musical.

PIAZZOLLA MANO A MANO CON GARDEL

Buenos Aires, año 1978.
Querido Charlie:
Quizá llamándote Charlie te acordarás del pibe de 13 años que vivía en Nueva York, que era argentino y tocaba el bandoneón. Además trabajó de canillita en “El día que me quieras”.
Te puse Charlie cuando me preguntaste, en tu casa, cómo se decía Carlitos en inglés.
¿Te acordás cuando te llevé un muñeco de madera que había tallado mi viejo? Esa mañana me dedicaste dos fotos. Una para Vicente Piazzolla y la otra para el “simpático pibe y futuro gran bandoneonista”.
De 1934 a hoy, 1978, pasaron 44 años y realmente no te fallé.
¿Te acordás cuando me llevabas a tus filmaciones en los Estudios Paramount, de Long Island; (en) febrero de 1934, la peor nevada del año, dos metros de alto y 10° bajo cero, y yo, tu traductor de piropos a las pibas que te querían conocer?
Nunca me olvidaré las dos bicicletas que agarramos con Tito Lusiardo y rompimos tratando de entrar en calor.
Por las tardes solía acompañarte a que te compraras ropa en las grandes tiendas de Nueva York. Recorrimos Saks, Macy’s, Florsheim y, al fin, compraste tus dichosas camisas con rayas verticales y horizontales. Docenas de ellas, zapatos de charol, borsalinos, etcétera, como si te sobrara la guita.
Te mostré toda mi ciudad (estaba orgulloso de saber tanto, también... hacía 11 años que vivía allí), sobre todo mi barrio, Greenwich Village a donde te llevaba a conocer las mejores cantinas italianas, y vos, con problemas de busarda te cuidabas, sin contar la vez que vinistes a casa donde probastes los ravioles de la nonina Asunta, además de un final de buñuelos de membrillo. ¡Cómo te gustaba comer bien!
Jamás olvidaré la noche que ofrecistes un asado al terminar la filmación de “El día que me quieras”. Fue en honor de los argentinos y uruguayos que vivían en Nueva York.
Recuerdo que Alberto Castellano debía tocar el piano y yo el bandoneón, por supuesto para acompañarte a vos cantando. Tuve la loca suerte de que el piano era tan malo que tuve que tocar yo solo y vos cantaste los temas del filme. ¡Qué noche Charlie! Allí fue mi bautismo con el tango. ¡Primer tango de mi vida y acompañando a Gardel! Jamás lo olvidaré.
Al poco tiempo te fuiste con Le Pera y tus guitarristas a Hollywood.
¿Te acordás que me mandastes dos telegramas para que me uniera a Uds. con mi bandoneón?
Era la primavera del ’35 y yo cumplía 14 años. Los viejos no me dieron permiso y el sindicato tampoco. Charlie, ¡me salvé! En vez de tocar el bandoneón estaría tocando el arpa.
Comienza una nueva época en mi vida. Volvemos a Mar del Plata en el ’36. Me agarra el flechazo de la música y estudio locamente el fuelle. Mi bandoneón y yo nos vamos a Buenos Aires y debuto con Aníbal Troilo.
¿Sabes quién era Troilo? El era vos tocando el bandoneón. Es como decir: tu continuador.
Estábamos en 1939 y hacía cuatro años que eras Dios. Tus filmes y discos subieron desesperadamente. Y, ahora, los giles descubren que cantabas bien. Se acuerdan de aquel momento en que preferían escuchar a otros cantores. Tu teatro estaba vacío. Tu ida a Europa fue premonitoria y tus presentaciones son cada vez más importantes. Después USA, tus filmes, Hollywood, Centroamérica y Medellín, el fin de la ruta.
¿Sabés una cosa? A mi tampoco me gusta el avión, menos esa catramina que tomastes vos. Pero..., después de tu ausencia, comienzan a aparecer los nuevos personajes de Buenos Aires.
Charlie... le arruinastes la vida a los cantores, esos que solían decir “menos mal que se fue Gardel y hay más laburo para nosotros” , y otros contestaban: “guarda muchachos, que quedan los discos”.
Aprovechando este momento aparece la nueva clase social: “las viudas de Gardel”, personajes que compraban o tenían tus discos. Automáticamente se hacían locutores radio y “críticos”, además todos decían que eran amigos tuyos y nunca te habían visto en la vida. Esta gente, que tiene su plan formado en toda la Argentina, Uruguay, Colombia, Venezuela y muchos países más hace 45 años que viven gracias a vos.
Pero allí no termina la cosa. Después de 1936 nacen los Gardelianos, Gardelones, Gardelitos o Gardeluchos.
Son unos bichos raros que usan tu sonrisa, tus mismas pilchas, tu misma manera de andar y hablar, pero lo que no pueden hacer es cantar como vos.
Charlie, sé que te estarás muriendo de risa; no es para menos. Te puedo decir que la mayoría de los cantores quisieron ser Gardel y Gardel fue de todos.
Aquí se ha corrido la bola que tus discos ensayan de noche, por eso cada día cantas mejor.
Te cuento una linda, Charlie. Ciertos profesores de canto del Teatro Colón, hacen escuchar tus discos como modelo de canto. Y estoy seguro que siempre estarás mirándonos desde arriba y pensarás que te hubiera gustado cantar los grandes tangos del ’40. Además, yo hubiera escrito para vos y te hubiera hecho los arreglos y tocado el bandoneón.
Matamos, Charlie. Lo único que no quisiera emplear en la orquesta es el arpa. Allá tendrás una colección de todos los colores.
Vos que conocés a los ángeles ¿por qué no les pedís que cambien el sistema y metan algún bandoneón en la orquesta? Mirá que está el gordo Pichuco, Maffia, Laurenz. Me estoy entusiasmando demasiado y prefiero esperar un poco para ser yo quien organice la orquesta.
Me voy a trabajar, o sea, como hoy se dice, “tengo un recital”. Voy a pensar en el pibe Piazzolla cuando vos le dijistes “ahora poné la música de “Arrabal amargo” y dale con todo”.
Era la primavera del ’35 y había nacido el dúo Gardel-Piazzolla.
Soy un tipo de suerte.
Algún día nos encontraremos en el último piso. Esperame, pero... no te mueras nunca.
Tu amigo,
--------------------ASTOR PIAZZOLLA

waltercelina1@hotmail.com

3 comentarios:

  1. Che:
    Sos grande al poner esta conversación hecha carta por ese otro grande que fue (es) Piazzolla.
    Qué cosa tan grande conocer jalones de la vida del Morocho, la vida que se gastaba, y de los intentos de muchos de seguir haciendo fortuna a partir de su herencia.
    Lo único que puede decir este peruano que nacio mucho tiempo después de que el Zorzal Criollo se convirtiera en leyenda, es que Carlitos cada día canta mejor, y tal vez como lo escribe Piazzolla, será que sus discos ensayan de noche y que Gardel y Piazzolla son los culpables de que ame el tango y esté convencido que es música clásica y universal.

    Un abrazo pibe,

    Luis Pineda

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  2. VOS TAMBIEN TE SUBISTE AL CARRO PIAZZOLA XQ NUNCA CARLITOS TE PIDIO Q LO ACOMPAÑES EN NINGUN TANGO.,AL CONTRARIO CUANDO TE EXSCUCHO TOCAR TE DIJO:''TOCAS BIEN PIBE PERO PARECES UN GALLEGO TOCANDO EL BANDONEON''.DEJATE DE JODER PIAZZOLA!!!!!!!

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